Son
tuyos porque me los has dado y
protegido; Tú
eres el que ha infundido en ellos el alma y la vida.
Hoy y
siempre te los ofrezco en compañía de
mi,
Bendícelos
Señor, mientras yo en tu nombre los bendigo.
Me
entrego en todos los aspectos de todo corazón a todos los mandatos de tu
paternal providencia respecto de mí y de ellos.
Contando
señor, por supuesto, con tu palabra, quiero para ellos y para mí, primeramente
tu Reino y tu Justicia, dejándonos el cuidado de darnos, por complemento, lo
que te plazca;
Pero
si me atreviese a determinar algo para su vida temporal, te suplicaría no les
des ni riqueza ni pobreza, concédeles Señor
y Dios mío , la verdadera sabiduría y un corazón dócil, imprime en sus almas el horror al pecado, Aléjalos
del Mal , presérvalos del contagio del mundo, formalos según los preceptos de nuestro Santo Evangelio; dales
Señor la sencillez y sinceridad a nuestros hijos y llénalos de nuestro amor.
¡Oh,
Padre Supremo, que me los has confiado como un depósito sagrado, del que habré
darte rigurosa cuenta!
Dígnate
regular y dirigir mi afecto hacia ellos y ayúdame a inspirarles constantemente tu Santo temor y amor, a fin
de que sean admitidos un día en la morada del Cielo.
Te lo
pido por los méritos de tu amado Hijo de Jesús y por la intercesión de su
Santísima Madre .
Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario