El amor
por la familia, los amigos y nuestra pareja, no es sólo un
sentimiento de
simpatía, atracción y confianza.
Es la
fuerza que inunda nuestro ser, cuando nos sentimos derrotados y
ellos toman fuertemente nuestra mano.
Es la
alegría que se desborda y corre por nuestros ojos, al poder abrazarlos después
de un tiempo sin verlos.
Es
correr hacía ellos cuando algo bueno nos sucede, para hacerlos parte de tu
felicidad.
Es
esa poderosa fuerza invisible que se mete dentro de ti al recordarlos, al oír su
voz, al ver su fotografía y al abrazarlos.
Es el
maravilloso efecto que alivia el dolor de nuestra alma, cuando alguien nos
lastima y ellos nos apoyan.
No es
cuando están a nuestro lado todo el tiempo, si no en los momentos realmente
importantes.
No es
cuando nos apoyan en todo momento, sino cuando nos dicen la verdad, aún
sabiendo que nos puede molestar.
Y no
será jamás, la obligación de hacernos favores y decir a todo que si.
El
amor es algo inexplicable, un reflejo sincero, puro, cariñoso y afectuoso que
vive dentro de nosotros y no se brinda esperando algo a cambio, sino sólo por
el deseo de demostrarle a esa persona especial, lo importante que es para ti.
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