Divino
Señor de misericordia eterna, sé que tú
me amas, me proteges y me bendices cada día, yo te alabo, te bendigo y te doy
las gracias por ello, admirado y feliz por tu magnificencia celestial.
Me
entrego hoy en cuerpo y alma ante ti, pues eres el único que puede ayudarme a
solucionar mis problemas, a dirigir mi
camino de manera correcta para alcanzar la paz interior que tanto ansío, y para
algún día ser digno de estar a tu lado.
Te
suplico que intervengas en mi corazón, mi mente
y mi alma, y me ayudes a sanarlos desde lo mas profundo, ya que sin tu
asistencia no soy capaz de lograrlo, pues solo tu conoces las aflicciones que
están dentro de ellos.
Toca
mi ser con tus milagrosas manos, para que sea capaz de sanar en todos los
sentidos, eliminando el rencor, la ira y la envidia de mi interior, y curando
las heridas provocadas por el engaño, la agresión, los desencuentros y las
pérdidas.
Libera
padre bondadoso y generoso, mi alma de las cargas que la mantienen presa,
dentro de una cárcel de pecado y dolor, pues me arrepiento sinceramente de cada uno de los pecados que he cometido.
Ven
Señor en mi auxilio, clamo por tu protección, por tu fortaleza y por tu perdón,
renueva mi interior, mis sentimientos y
mi razón, borra la indecisión, la melancolía, el fracaso, la depresión y los
temores, que mantienen mi interior
contaminado por el maligno y sus tentaciones.
Se
que las cosas no saldrán siempre como yo quiero, pues tu sabias que no eran el
camino correcto para mi, y lo cerraste para que no me dirigiera hacia ese
rumbo, aunque no siempre se como asimilarlo,
y por eso pido tu ayuda para entenderlo y aceptarlo.
Sáname
y libérame Dios Padre, pues lo único que anhelo profundamente, además de
reunirme contigo algún día, es alcanzar la paz y serenidad de mi mente, cuerpo
y alma, para así trascender y compartir con mis semejantes tu palabra, mi
conocimiento y bienestar.
Amén.
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