Dios,
bendito creador y padre de cuantos nos encontramos en la tierra, ahora,
por tus bendiciones y enseñanzas sé, que bienaventurados son aquellos que se
levantan contentos cada mañana, agradecidos simplemente por vivir un nuevo día.
Que bienaventurados son aquellos que se perdonan a si mismos, y reconocen arrepentidos sus faltas de atención, errores y caídas, abriéndose a tu divino perdón.
Bienaventurado es aquel que tiene ojos para ver la gran belleza contenida en una flor, el esplendor de una puesta de sol, la majestuosidad de una montaña, y te reconocen a ti en cada una de ellas.
Bienaventurados
son aquellos que tienen oídos y logran escuchar, el armonioso
sonido que produce la lluvia al caer, las risas sinceras de los niños al
jugar, los
pensamientos
íntimos de sus propios corazones, y tu voz dentro de cada persona y lugar.
Bienaventurados son aquellos cuyos corazones acogen el amor y el cariño de otros, sin pedir ni esperar nada a cambio, reconociendo que en el amor hacia los demás, conocemos y sentimos tu amor por nosotros.
Bienaventurados
son aquellos que confían y creen que éste viaje en la tierra, es un
viaje sagrado en el que nos muestras las grandezas que nos esperan al terminar
de recorrerlo, pues
nos
permites sentir tu presencia una y otra vez durante nuestro andar, y lo
grandioso que es merecer un lugar a tu lado.
Por ello, todo aquel que lea ésta oración, y se convenza de sentir cada uno de los aspectos en ella, será bienaventurado y por lo tanto feliz, estable y con su corazón lleno de paz interior, gracias a ti Dios santísimo y a todas tus sagradas bendiciones.
Amén.
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