Padre
Eterno, te
ofrezco
éste día(s) de ayuno, que hoy he decidido realizar en honor a tus santos
favores, para
que a
través de él pueda estar más cerca de ti, y así abrir los ojos a tus caminos de amor,
bondad,
humildad y generosidad.
Bendito
Señor, permite
que este ayuno me haga crecer en comprensión, hacia
las
necesidades de mi prójimo, para que cada vez que tenga la oportunidad le
extienda mi mano, como
tu me
la has extendido en los momentos de necesidad.
Haz
que
vea mis posesiones como objetos sin demasiado valor, a los
que no debo aferrarme para ser feliz, te pido también la gracia de la humildad y
la fuerza de voluntad, para aceptar mis errores y nunca dejar nada
sin terminar.
Dios
Santísimo, haz que
este ayuno me limpie de los malos hábitos, que calme mis obsesiones, necedades y
tentaciones, y
aumente
en mí tus divinas virtudes.
Pongo
en
tus manos mi decisión de ayunar, completamente convencido de seguir cada uno de
tus designios, y
te
ruego que me enseñes a través de él, a ser merecedor de la gloria eterna.
Lléname
con
un espíritu de gozo y misericordia, para fortalecer mis debilidades, purifica
mi
interior, para
sentir
plenamente sin temor, preocupación y aprensión.
Te
pido
además glorioso Señor, que me acompañes al terminar éste ayuno,
protegiéndome de todo mal, que pretenda aprovecharse de la debilidad de
mi cuerpo.
Bríndame
la sabiduría para conducirme siempre por el camino correcto, dentro
de tu
voluntad y deseos, y
no
permitas que olvide que mi cuerpo es el templo sagrado, que me
fue otorgado por ti
para
transitar por éste mundo terrenal, y que necesita de mi respeto y cuidado.
Gracias
Señor
por las oportunidades diarias, por guiarme a llevar correctamente éste
ayuno, y
por
siempre dar favorable respuesta a cada una de mis peticiones, que
con
tanto amor y respeto elevo a ti.
Amén.
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