Bendito
Jesucristo, tú que siempre
eres
sereno y encuentras dentro de ti el perdón y el alivio, sin importar
la situación, sé
luz
en mi mente, paz en mi corazón, sabiduría en mis decisiones, y amor en mis
relaciones.
Te
necesito desesperadamente, pues sólo tú divino poder es capaz de calmar
mis penas, sólo
en ti
confío y sólo en ti deposito mi esperanza, para encontrar un lugar dentro de mi, en el
que me sienta seguro, en el que no haya cabida para el miedo, la
duda, la angustia y sobre todo, la culpa.
Muchos miedos son los que me atacan a diario, pero la culpa es la que genera los más temibles y difíciles de superar, por eso hoy reconozco derrotado ante ti, que estoy plagado de miserias provocadas por la culpa, y no puedo lidiar solo con ellas.
Amado
y siempre amoroso Jesucristo, padre, hijo y espíritu santo al mismo tiempo, te ruego
me ayudes a sanar esta herida tan profunda, que la culpa ha cavado y sigue hasta ahora
cavando en mi.
Se
y reconozco que no siempre actúo correctamente, y por
ello no puedo superar la culpa, pero estoy sinceramente arrepentido de mis
malas acciones, que
ahora
me consumen de adentro hacia afuera.
Socórreme misericordioso Jesucristo, y planta en mi un poco de sabiduría, para afrontar las consecuencias de mis actos con la frente en alto, y no con el miedo y angustia, con la que los he cargado hasta ahora.
Acudo a ti urgido del consuelo, que sólo tú, glorioso Jesucristo, puedes brindarme, pues sólo tú conoces mis miedos, dolores, confusiones, angustias, logros y felicidades, acompáñame y toma mi mano, y guía mi corazón a la sanación divina.
Otórgame Jesucristo redentor, valor para llevar la frente en alto, durante mis luchas y contratiempos, y a no permitir que mis miedos y decepciones me alejen de tu camino.
Desvanece
en mi
mente, cuerpo y alma, toda culpa profunda y
enfermiza, para que
pueda seguir con mi vida según tus designios, y reciba
con dignidad las
consecuencias
de ellas, si
es
que no lo he hecho ya.
Te
doy las gracias Jesucristo divino, porque el saber que estas siempre
presente, me
da la
esperanza necesaria para continuar, porque se que no me abandonaras en ésta
difícil etapa de mi vida, y como siempre, estarás a mi lado dándome
tu mano en cada tropiezo.
Amén.
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