Santísima
Virgen María, imploramos
tu
clemencia e intercesión, asistida por todos los santos, para que
les concedas a las almas de nuestros padres,
hermanos, amigos y semejantes, que han terminado su andar en este mundo, la
gracia de llegar al edén
de la
eterna felicidad.
Protégelos
para que no se pierdan, para que comprendan que deben seguir su
camino, lejos
del mundo
terrenal y quienes se quedan en el, y para que no sean desviados por el mal
hacia la oscuridad.
Grandiosa
Virgen
María, que
en tu
corazón inmaculado quede nuestra oración, en favor de las almas benditas que sufren en
el lugar de expiación, para que tu incansable amor les obsequie una
pronta salida de él, y gocen cuanto antes del paraíso
celestial.
Clementísima
Virgen María, ten
compasión
de las almas perdidas y atrapadas, que ya que no merecen padecer, alivia
sus
penas y derrama sobre ellas el bálsamo de tu consuelo, tómalas
de la
mano y llévalas ante Dios nuestro Señor .
Dales
la oportunidad de abandonarse al descanso eterno, sin más
preocupación por sus seres queridos, ni por los asuntos que no lograron concluir,
pues saldrán adelante y se resolverán con la sabiduría del Señor.
Haz
que tu divina y milagrosa iluminación, los cubra para que se borre todo lo negativo
a su alrededor, para
que
su interior se llene de paz, amor y alegría, disfrutando
ahora
de la gloria que tanto merecen.
Preciosa Virgen María, símbolo de bondad y prosperidad, te rogamos por tu presencia y favorable respuesta, a esta sincera petición por las almas perdidas en su trascendencia.
Amén.
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