1- Ten piedad de mí, oh Dios, que tu bondad y tu gran corazón me brinden tu infinita misericordia, para borrar mis faltas.
2- Limpia a fondo la maldad de mi alma, y purifícame de mi pecado.
3- Porque yo reconozco mi falta, y mi pecado está siempre frente a mí.
4- Contra ti he pecado, pues lo que es malo ante tus ojos, yo lo he hecho.
5- Por eso en tu sentencia eres siempre justo, y no hay reproche en el juicio de tus labios.
6- Ante tus ojos no se puede ocultar, la maldad en la que he sido formado desde el nacimiento, convirtiéndome en pecador desde el seno de mi madre.
7- Mas tu buscas la rectitud de corazón, y me haces comprender y adquirir sabiduría en secreto.
8- Purifícame con tu rocío bendito, para que sea totalmente limpio; lávame, para que sea aún mas blanco que la nieve.
9- Hazme sentir de nuevo gozo y alegría, para que sanen los huesos que
justificadamente has abatido.
10- Aparta tu mirada de mis pecados, y borra en mí todo rastro de malicia.
11- Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y puro, y renueva en mi interior un espíritu firme a tus designios.
12- No me rechaces de tu lado, ni retires tampoco de mí tu Espíritu Santo.
13- Vuélveme el consuelo de tu salvación, y que el espíritu noble me de fuerza.
14- Enseñaré a los pecadores tus caminos, para que los descarriados vuelvan a ti.
15- Líbrame de las deudas de sangre, oh Dios de mi salvación, para que mi lengua aclame tu justicia, y abre mi boca para que mis labios canten tu alabanza.
16- Porque no deseas sacrificio, es que no te lo ofrezco; pues no té agradan los holocaustos.
17- Mi espíritu quebrantado a Dios ofreceré, pues nunca desdeñará a un corazón triste, melancólico y arrepentido.
18- Favorece con tu benevolencia la fortaleza de Sion: y reedifica los muros de Jerusalén.
19- Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto y ofrendas que se te deben; Entonces ofrecerán becerros novillos en tu altar.
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