domingo, 9 de agosto de 2020

SALMOS PENITENCIALES – SALMO 102 (ESCRITO) | ORACIÓN ESPIRITUAL

 

1- Señor, escucha mi oración, y lleguen a ti mis suplicas.


2- No me ocultes tu rostro en el día de mi angustia, inclina a mí tu oído y escúchame, y por favor respóndeme pronto.


3- Porque mis días se han disipado como el humo, y mis huesos cual braza ardiente se han quemado.


4- Mi corazón se seca como hierba cortada, y por ello olvido hasta comer el pan que me envías.


5- Por el esfuerzo de mis gritos adoloridos, tengo ya sólo la piel pegada a mis huesos.


6- Soy como el ave del desierto; como la lechuza entre ruinas;


7- No logro conciliar el sueño, y soy como el pájaro solitario sobre el tejado.


8- Cada día mis enemigos me atacan sin cesar, maldiciéndome y burlándose con furia. 


9- En vez de pan como ceniza, y mi bebida es siempre una mezcla con mis lágrimas.


10- Por tu indignación y tu furor a mis actos, me has levantado y lanzado lejos.


11- Mis días son como la sombra que declina, y me voy secando como el heno recolectado.


12- Mas tú, Señor, permanecerás para siempre, al igual que tu memoria de generación en generación.


13- Levántate y ten misericordia de Sion, porque es tiempo de recibir tu piedad, pues la hora ha llegado.


14- Porque tus siervos aman sus piedras, porque de entre sus ruinas emergerá la compasión.  


15- Entonces las naciones respetarán tu nombre, y los reyes de la tierra tu gloria.


16- Cuando tu oh¡ Señor reconstruyas a
Sión, y ahí se aparezca tu gloria


17- Considera la oración de los desvalidos, y no rechaces sus ruegos.


18- Escríbase ésto para la generación venidera; y el pueblo que está por nacer alabará al Señor.


19- Porque el Señor observa desde lo alto de su santuario, mirando desde los cielos a la tierra.


20- Para escuchar el gemido de los encarcelados, y libertad a los condenados a muerte.


21- Para que se pregone en
Sión el nombre del Señor, y su alabanza en Jerusalén.


22- Cuando los pueblos y los reinos se congreguen en uno para servir al Señor.


23- En pleno camino él ha debilitado mis fuerzas, acortando mis días.


24- Dije: Dios mío¡, no me lleves en la mitad de mi vida, pues tus años duran la eternidad.


25- En el principio de todo tú creaste la tierra, y los cielos son la divina obra de tus manos.


26- Ellos perecerán, mas tú permaneces, todos como una vestidura se desgastarán, y como la ropa serán mudados.


27- Mas tú eres siempre el mismo, y tus años durarán eternamente.


28- Los hijos de tus siervos habitarán seguros, y su descendencia será estable ante ti.

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