Que ningún ladrón pueda atacarme, herirme o llevarse mis pertenencias, que los enemigos se den la vuelta y se alejen cuando pretendan hacerme daño, que en la oscuridad brille la luz de tus (sus) ojos, alejando las penumbras negativas de mi.
Te (les) pido que abras (n) tus alas para cubrirme con ellas, evitando que la magia negra y otros males lleguen a alcanzarme, que al abatirlas el viento que producen devuelvan al mal por donde venía, y que seamos fieles compañeros de vida de ahora en adelante.
Prometo siempre protegerte (protegerlas), y brindarte (les) un lugar digno y altivo, pues no te (se) mereces (n) menos, creo en ti en tu poder y en tu fidelidad, a la que deseo ser merecedor, por lo cual te ofrezco este ritual.
Te (les) doy la bienvenida a mi hogar, a mi vida y a mi persona, firme en mi decisión y peticiones, que así sea, así se haga y así será.
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