Cuando yo me entregué a Jesucristo
Me entregué con todo el corazón
Le serví a Cristo permanentemente
En la iglesia y en la oración.
Caminando muy cerca de Cristo
El caminaba y yo lo seguí
En la arena veía dos huellas
Las de Cristo y las mías también.
Pero un Día llegaron las luchas
Y las pruebas arribaron también
Me sentí más sólo que nunca
Y una huella tan sólo logré.
A mi Cristo implore en seguida
Que ¿Porqué me dejó sólo allá?
Cuando yo más le necesitaba
Me dejó, muy sólo me sentí.
“Hijo mío”, el Señor me contesta
“Yo te amo y no te dejaré
Si una huella tan sólo tu viste
Es porque en mis brazos te llevé”.
Amén
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