Ante tu divina presencia, oh santísima,
invoco tu presencia para que acudas en mi auxilio.
Llevo tiempo pidiendo ayuda
y protección pues me siento vulnerable.
Santísima muerte,
mi niña blanca, cuida de mí ser.
Protégeme de la envidia para que no corroa el alma,
protégeme de los enemigos ocultos y del destino caprichoso.
Cuida de mi cuerpo, mi mente y espíritu,
porque solo al mantenerme completo
y pleno puedo brindar amor a quienes me rodean.
Permite que se relaje mi mente ante los problemas,
destruye de mi alma los sentimientos que me hacen mal
y quita del camino las piedras con las que pueda tropezar.
También te pido, rompas la venda de mis ojos
que me hacen estar en la oscuridad.
Santísima y amadísima niña blanca,
te pido protección total,
y perdón si he ofendido a alguien intencionalmente.
Así sea.
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