Amado Padre Celestial, a ti sea toda la gloria y la
honra por siempre y para siempre.
Porque solo tú eres digno de recibir
suprema alabanza y adoración,
mi alma y corazón anhelan tu presencia.
Amado Señor, Rey de todo; temo en algún
momento tropezar y dejarme llevar por
apetitos de la carne.
Por lo tanto, Dios mío,
te ruego que seas sujetando mi carne a tu santa voluntad.
Aparta de mí toda inmundicia y cualquier
otra cosa mala que perturbe mi comunión contigo.
finalmente, solo tú conoces lo que
hay en mi corazón.
Por tanto, te pido que obres en él
conforme lo que creas es
lo mejor para mí.
Amén.
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