Señor Jesús,
que has prometido permanecer entre nosotros,
si nos amamos como tú nos amas,
te rogamos lleves a buen término
por los caminos de la paz,
de la justicia y del perdón.
A esta humanidad llena de guerras,
violencia y hambrienta de fraternidad.
Da fortaleza a los misioneros
que están llevando la antorcha de la fe
y haz que, siguiendo los pasos de San Francisco Javier,
sean testigos valientes del Evangelio.
Infunde en muchos jóvenes la ilusión de seguirte por
el camino de la vocación al laicado,
a la vida consagrada y a la vida sacerdotal.
Te lo pedimos en unión con María,
Reina de las Misiones y Estrella
de la Nueva Evangelización.
Amén.
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