San Francisco de Asís, amigo fiel de toda la creación, tú que hablaste con ternura a los pájaros, a los lobos y a las criaturas del bosque, hoy acudo a ti con el corazón herido y agradecido, para encomendarte el alma de mi querida mascota, que ha sido para mí un regalo del cielo.
Acompáñalo(a) en su regreso al Creador, intercede para que su tránsito sea dulce, y que su espíritu descanse en la paz del Dios que lo creó con ternura. Mi mascota no fue solo un animal, fue parte de mi familia, parte de mi historia, parte de mi corazón.
Que mi llanto no sea solo de tristeza, sino también de gratitud por haber tenido la dicha de compartir mi vida con un ser tan especial.
San Francisco de Asís, protégelo(a) allí donde el alma de las criaturas inocentes encuentran descanso. Que juegue entre los prados del cielo, que corra libre, sin dolor, sin enfermedad, sin tristeza. Que sienta mi amor aún desde aquí, y que yo sienta su presencia como una brisa suave que acaricia el alma.
Dame la fuerza para sobrellevar su ausencia y la esperanza de que algún día, en tu eternidad, nuestras almas se reencontrarán.
Gracias por escucharme, San Francisco, ruega por nosotros y por todas las criaturas que tanto has amado y protegido.
Amén.
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