Oh Virgen María, Madre amorosa, te doy gracias por tu presencia constante en mi vida. Me acerco a ti en este día con el corazón lleno de mucha confianza y esperanza, para pedirte que me acompañes y me guíes en cada paso que doy.
Madre querida, tú que siempre has estado cerca de tus hijos, te pido que camines a mi lado en todo momento. Que, en mis días de alegría, seas mi compañera de felicidad, y en mis días de tristeza, me brindes consuelo y paz.
Madre María, guíame en mis decisiones, ilumina mi mente cuando esté confundido(a), y fortalece mi fe cuando me falte valor. Que tu presencia me de fuerzas para enfrentar las pruebas de la vida, y me ayude a caminar con amor, humildad y esperanza.
Virgen Santa, bajo tu manto maternal me siento seguro(a). Te entrego mi vida, mis preocupaciones y mis sueños, confiando en que me acompañas siempre, en cada momento, y que nunca me abandonarás. Sé que tu amor es eterno y que, con tu presencia, encontraré la paz y el consuelo que solo tú puedes darme.
Que tu presencia me de fuerzas para enfrentar las pruebas de la vida, y me ayude a caminar con amor, humildad y esperanza. Sé mi refugio en tiempos de dificultad, y mi alegría en los momentos de celebración.
Gracias, Virgen María, por escuchar mis súplicas, por tu amor incondicional y tu constante protección.
Amén.
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