Dulce y amado Niño Jesús, luz que nace en el mundo para iluminar nuestros corazones, hoy me acerco a Ti con humildad, confianza y esperanza. Que tu presencia sagrada disuelva toda tristeza, toda preocupación y toda sombra que pueda haberse acumulado en nosotros durante el año.
Te ruego, Divino Niño, que envuelvas a mi familia en tu luz brillante. Bendice nuestras palabras para que sean constructivas, llena nuestros pensamientos de serenidad y guía nuestros actos hacia la comprensión, la paciencia y el cariño mutuo.
Que toda discusión se apague en tu nombre, que todo resentimiento encuentre camino hacia el perdón, y que toda distancia entre nosotros se convierta en puente de reconciliación.
Que tu bendición divina repose sobre nuestra familia como reposó la estrella sobre Belén, guiando nuestro rumbo hacia la paz verdadera. Que nunca falte el pan en nuestra mesa, la salud en nuestro cuerpo, la serenidad en nuestra mente y la fortaleza en nuestro espíritu.
Niño Jesús, pequeño Salvador, coloca tus manitas sobre cada uno de nosotros. Sana nuestras heridas, renueva nuestras fuerzas, abre nuestros caminos y concédenos la gracia de vivir en armonía.
Quédate con nosotros, Niño Jesús, hoy y siempre. Bendícenos, acompáñanos y haz que tu amor sea nuestro refugio y nuestra alegría eterna.
Amén.
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